jueves, 13 de noviembre de 2008

EL MUNDO DE LOS VALORES






INTRODUCCION

El presente trabajo sobre los valores, en el curso de Ética y Valores, nos ayudó a tener una visión más amplia de lo que sucede a diario con el comportamiento de algunas personas, y sus relaciones con los demás. En primer término se presentarán las generalidades sobre los valores, las clases de valores; las características de los valores morales; las normas morales como expresión de los valores morales; la conciencia moral; valores morales y relaciones humanas; e inteligencia emocional.
En cada uno de los temas se presentarán nuevas definiciones y pensamientos de varios autores, los cuales sirven para ir formando pensamientos propios del diario vivir y relacionados al curso, para comprender mejor esta
ciencia tan llena de situaciones filosóficas y de lógica según sea el caso.Todos los temas son bastante interesantes y hacen que nosotros los estudiantes tengamos que profundizar más en nuestros conocimientos éticos y morales, para que podamos verdaderamente darle solución a esos problemas reales que se nos presentarán como profesionales, consultores independientes o bien, poner todos nuestros conocimientos para el beneficio de una empresa en particular.






























miércoles, 5 de noviembre de 2008

EL CUERVO.......................................................

No hay mucho para agregar sobre esta verdadera obra maestra de la poesía maldita; sus laberintos ya han sido estudiados y comentados por mentes más despiertas que la mía. Razón por la cual, me retiro discretamente para dejarlos sumergidos en el silencio de la habitación, dónde un libro prohibido ha sido cerrado, y dónde palpitan los ecos de un horror que ha abandonado su habitual y conveniente mortaja, para vestirse con las galas nocturnas del remordimiento.






Una vez, al filo de una lúgubre media noche,mientras débil y cansado, en tristes reflexiones embebido,inclinado sobre un viejo y raro libro de olvidada ciencia,cabeceando, casi dormido,se oyó de súbito un leve golpe,como si suavemente tocaran,tocaran a la puerta de mi cuarto.“Es —dije musitando— un visitantetocando quedo a la puerta de mi cuarto.Eso es todo, y nada más.”




¡Ah! aquel lúcido recuerdode un gélido diciembre;espectros de brasas moribundasreflejadas en el suelo;angustia del deseo del nuevo día;en vano encareciendo a mis librosdieran tregua a mi dolor.Dolor por la pérdida de Leonora, la única,virgen radiante, Leonora por los ángeles llamada.Aquí ya sin nombre, para siempre.




Y el crujir triste, vago, escalofriantede la seda de las cortinas rojasme llenaba de fantásticos terroresjamás antes sentidos. Y ahora aquí, en pie,acallando el latido de mi corazón,vuelvo a repetir:“Es un visitante a la puerta de mi cuartoqueriendo entrar. Algún visitanteque a deshora a mi cuarto quiere entrar.Eso es todo, y nada más.”




Ahora, mi ánimo cobraba bríos,y ya sin titubeos:“Señor —dije— o señora, en verdad vuestro perdónimploro,mas el caso es que, adormiladocuando vinisteis a tocar quedamente,tan quedo vinisteis a llamar,a llamar a la puerta de mi cuarto,que apenas pude creer que os oía.”Y entonces abrí de par en par la puerta:Oscuridad, y nada más.




Escrutando hondo en aquella negrurapermanecí largo rato, atónito, temeroso,dudando, soñando sueños que ningún mortalse haya atrevido jamás a soñar.Mas en el silencio insondable la quietud callaba,y la única palabra ahí proferidaera el balbuceo de un nombre: “¿Leonora?”Lo pronuncié en un susurro, y el ecolo devolvió en un murmullo: “¡Leonora!”Apenas esto fue, y nada más.



Vuelto a mi cuarto, mi alma toda,toda mi alma abrasándose dentro de mí,no tardé en oír de nuevo tocar con mayor fuerza.“Ciertamente —me dije—, ciertamentealgo sucede en la reja de mi ventana.Dejad, pues, que vea lo que sucede allí,y así penetrar pueda en el misterio.Dejad que a mi corazón llegue un momento el silencio,y así penetrar pueda en el misterio.”¡Es el viento, y nada más!




De un golpe abrí la puerta,y con suave batir de alas, entróun majestuoso cuervode los santos días idos.Sin asomos de reverencia,ni un instante quedo;y con aires de gran señor o de gran damafue a posarse en el busto de Palas,sobre el dintel de mi puerta.Posado, inmóvil, y nada más.

Entonces, este pájaro de ébanocambió mis tristes fantasías en una sonrisacon el grave y severo decorodel aspecto de que se revestía.“Aun con tu cresta cercenada y mocha —le dije—,no serás un cobarde,hórrido cuervo vetusto y amenazador.Evadido de la ribera nocturna.¡Dime cuál es tu nombre en la ribera de la Noche Plutónica!”Y el Cuervo dijo: “Nunca más.”




Cuánto me asombró que pájaro tan desgarbadopudiera hablar tan claramente;aunque poco significaba su respuesta.Poco pertinente era. Pues no podemossino concordar en que ningún ser humanoha sido antes bendecido con la visión de un pájaroposado sobre el dintel de su puerta,pájaro o bestia, posado en el busto esculpidode Palas en el dintel de su puertacon semejante nombre: “Nunca más.”




Mas el Cuervo, posado solitario en el sereno busto.las palabras pronunció, como vertiendosu alma sólo en esas palabras.Nada más dijo entonces;no movió ni una pluma.Y entonces yo me dije, apenas murmurando:“Otros amigos se han ido antes;mañana él también me dejará,como me abandonaron mis esperanzas.”Y entonces dijo el pájaro: “Nunca más.”




Sobrecogido al romper el silenciotan idóneas palabras,“sin duda —pensé—, sin duda lo que dicees todo lo que sabe, su solo repertorio, aprendidode un amo infortunado a quien desastre impíopersiguió, acosó sin dar treguahasta que su cantinela sólo tuvo un sentido,hasta que las endechas de su esperanzallevaron sólo esa carga melancólicade ‘Nunca, nunca más’.”




Mas el Cuervo arrancó todavíade mis tristes fantasías una sonrisa;acerqué un mullido asientofrente al pájaro, el busto y la puerta;y entonces, hundiéndome en el terciopelo,empecé a enlazar una fantasía con otra,pensando en lo que este ominoso pájaro de antaño,lo que este torvo, desgarbado, hórrido,flaco y ominoso pájaro de antañoquería decir granzando: “Nunca más.”




En esto cavilaba, sentado, sin pronunciar palabra,frente al ave cuyos ojos, como-tizones encendidos,quemaban hasta el fondo de mi pecho.Esto y más, sentado, adivinaba,con la cabeza reclinadaen el aterciopelado forro del cojínacariciado por la luz de la lámpara;en el forro de terciopelo violetaacariciado por la luz de la lámpara¡que ella no oprimiría, ¡ay!, nunca más!




Entonces me pareció que el airese tornaba más denso, perfumadopor invisible incensario mecido por serafinescuyas pisadas tintineaban en el piso alfombrado.“¡Miserable —dije—, tu Dios te ha concedido,por estos ángeles te ha otorgado una tregua,tregua de nepente de tus recuerdos de Leonora!¡Apura, oh, apura este dulce nepentey olvida a tu ausente Leonora!”Y el Cuervo dijo: “Nunca más.”




“¡Profeta!” —exclamé—, ¡cosa diabólica!¡Profeta, sí, seas pájaro o demonioenviado por el Tentador, o arrojadopor la tempestad a este refugio desolado e impávido,a esta desértica tierra encantada,a este hogar hechizado por el horror!Profeta, dime, en verdad te lo imploro,¿hay, dime, hay bálsamo en Galaad?¡Dime, dime, te imploro!”Y el cuervo dijo: “Nunca más.”




`“¡Profeta! —exclamé—, ¡cosa diabólica!¡Profeta, sí, seas pájaro o demonio!¡Por ese cielo que se curva sobre nuestras cabezas,ese Dios que adoramos tú y yo,dile a esta alma abrumada de penas si en el remoto Edéntendrá en sus brazos a una santa doncellallamada por los ángeles Leonora,tendrá en sus brazos a una rara y radiante virgenllamada por los ángeles Leonora!”Y el cuervo dijo: “Nunca más.”




“¡Sea esa palabra nuestra señal de partidapájaro o espíritu maligno! —le grité presuntuoso.¡Vuelve a la tempestad, a la ribera de la Noche Plutónica.No dejes pluma negra alguna, prenda de la mentiraque profirió tu espíritu!Deja mi soledad intacta.Abandona el busto del dintel de mi puerta.Aparta tu pico de mi corazóny tu figura del dintel de mi puerta.Y el Cuervo dijo: “Nunca más.”




Y el Cuervo nunca emprendió el vuelo.Aún sigue posado, aún sigue posadoen el pálido busto de Palas.en el dintel de la puerta de mi cuarto.Y sus ojos tienen la aparienciade los de un demonio que está soñando.Y la luz de la lámpara que sobre él se derramatiende en el suelo su sombra. Y mi alma,del fondo de esa sombra que flota sobre el suelo,no podrá liberarse. ¡Nunca más!





ESTE ES EL POEMA DEDICADO A MI SOLEDAD.................RAVEN_LUISDARK......................



LOS POEMAS GOTICO



Breve colección de poemas góticos.La poesía está ligada tanto al amor como a la desdicha: el poeta sólo nos sugiere un vehículo por donde transitar. Los versos son suyos, pero el amor y el dolor son nuestra propiedad, ya que para sentir placer con la lectura de la mejor poesía debemos aportar algo fundamental: la experiencia. Y así podremos sufrir, amar y odiar a través de un poema, sólo si hemos sufrido, amado y odiado en nuestra propia vida. La felicidad completa anula a la poesía, tanto como a cualquier otra expresión del arte; y hasta puede afirmarse que, sin desdicha, no habría poesía; y más aún, no habría vida.Dejemos entonces que los poetas canten nuestro sufrimiento, que nos relaten las formas de nuestro amor y nuestra pena; que usen nuestros recuerdos para devolvernos una tristeza más pura, menos terrenal, despojada de las miserias cotidianas; una tristeza que justifique nuestras lágrimas aquellas pálidas tardes que la poesía nos ha regalado.Es posible que nuestra biblioteca de poesía gótica sea criticada por los fundamentalistas de la literatura, y a decir verdad, poco nos importa. Nuestro amor hacia la poesía va de la mano a nuestra ignorancia en cuestiones de género, razón por la cuál, podemos agrupar los poemas siguiendo un sólo parámetro: nuestro capricho.Todos los poemas góticos están en español, salvo que indiquemos lo contrario.


Alejandra Pizarnik.
A la Espera de la Oscuridad.
El Miedo.
La Enamorada


Alexander Alexandrovich Blok.
Las Sombras Desleales.
No Temas a la Muerte.


Alfonsina Storni.
El Cementerio que mira al Mar.
La Caricia Perdida.


Alfred Edward Housman.
Allí pasa la gente indiferente.
En tu Lecho de Medianoche.
Un Epitafio.


Algernon Charles Swinburne.
El Jardín de Proserpina.
Pena.


Amy Levi.
En la Noche.
Sobre una persona que ha muerto en el lecho.


Andrew Marvell.
A la Púdica Amada.


Anónimo.
La Dama Isabel y el Caballero Elfo.
La Sepultura.


Arthur Rimbaud.
El Baile de los Ahorcados.
Una Temporada en el Infierno.


Arthur William Edgar O'Shaughnessy.
La Fuente de las Lágrimas.


Baldomero Fernández Moreno.
Los Amantes.


Ben Jonson.
Brinda por mí sólo con los ojos.


Carolina Coronado Romero de Tejada.
Amor de los amores.
Cuál te adoro.


Caroline Elizabeth Sarah Norton.
El Amor no.


Charles Baudelaire.
Al lector.
El Amor Engañoso.
El himno a la belleza y los amores de Baudelaire.
El Poseso.
El Vampiro.
La Belleza.
La Destrucción.
La Fuente de Sangre.
La Metamorfosis del Vampiro.
Remordimiento póstumo.
Mi Musa Enferma.
Mujeres Condenadas.
Sé Bella y sé Triste.


Charlotte Brontë.
En retrospectiva.
Lamento.
Pasión.
Placer.


Christina Georgina Rossetti.
Canción Fúnebre
la se sentó y cantó.
La Única Certeza.
Tierra de Sueños.
Una Hija de Eva.
Un Retrato.


Concepción Arenal.
Los Espejos y la Verdad.


Daniel Henry Deniehy.
Canción a la Noche.


Dante Gabriel Rossetti.
Desde la Muerte al Amor.
El Corazón de la Noche.
El Retrato.
Insomnia.
La Alcoba del Edén.
La Doncella Bienaventurada.
La Noche del Amor.
Mediodía silencioso.


Delmira Agustini.
Desde Lejos.
El Intruso.
El Vampiro.
Íntima.
La Cita.
Lo Inefable.
Mi Musa Triste.
Mis Amores.
Nocturno.
Soneto de Amor.


D.H.Lawrence.
Por que ella se lamenta.
Últimas palabras a Miriam.


Dinah Maria Mulock Craik.
Mortalidad.
Sólo una mujer.


Edgar Allan Poe.
A Elena.
Annabel Lee.
¿Deseas qué te amen?
El Cuervo.
El Gusano Vencedor.
Espíritus de los Muertos.
Israfel.
Las Campanas.
Solo.
Tierra de Hadas.


Edward Herbert, barón de Cherbury.
Elegía sobre la Tumba.


Elizabeth I de Inglaterra.
A la partida de Monsieur.


Elizabeth Barret Browning.
Aléjate de Mí...
Cuando nuestras dos almas.
De qué modo Te Amo?
El Sí de la Dama.
Es cierto que de estar muerta?
Gracias.
La Primera vez que él me besó.
Si has de Amarme...
Un pensamiento por un solitario...


Elizabeth Eleanor Siddal.
Agotada.
Amor Muerto.
El Paso del Amor.
La Lujuria de los Ojos.
Un año y un día.
Un Bosque Silencioso.


Ella Wheeler Wilcox.
Ángel o Demonio.
El Secreto de la Doncella.
Una Dama a su Espejo.


Emile Verhaeren.
Tenebrae.


Emily Dickinson.
Detrás de mí.
Podría estar más sola.
Morí por la Belleza.
No era la Muerte.


Emily Jane Brontë.
Cuando deba Dormir.
Muerte.
Qué claro ella brilla.
Una Escena de Muerte.


Enid Derham.
Descanso Eterno.


Ernest Christopher Dowson.
Amor Profanus.
El Jardín de las Sombras.
Para alguien en el manicomio.
Una Última Palabra.


Françoise Villon.
La Balada de las Damas Muertas.


Friedrich Schiller.
El Lamento de la Doncella.
Funeral de Fantasía.


Gabriela Mistral.
Sonetos de la Muerte.


George Heath.
Inscripción sobre una roca.
La Sombra de la Muerte.


George Herbert.
Pecado.


Gertrudis Gómez de Avellaneda.
A Él.
Al Destino
Porqué de la Inconstancia.
El recuerdo importuno.
Mi Mal.


Gilbert Keith Chesterton.
Una Plegaria en la Oscuridad.


Göttfried August Bürger.
Leonore.


Gustavo Adolfo Becquer.
Amor Eterno.
Antes que Tú moriré.
Cuando en la Noche.
Cuando entre la Sombra Oscura.
Espíritu sin Nombre.
Volverán las oscuras golondrinas.


Henry Kendall.
Entre las Rosas.


Henry Van Dyke.
El Viento del Dolor.
Dulcis Memoria.
La Proximidad del Amor.
La Ventana.


Howard Phillip Lovecraft.
Dónde una vez Poe caminó.
La Novia del Mar.


Johann Wolfgang Von Goethe.
La Danza de la Muerte.
Lamento al amanecer.
Pensamientos nocturnos.
Un lamento en el amanecer.


John Barlas.
Amor Terrible.


John Donne.
Alquimia del Amor.
Aparición.
Corazón Roto.
El Mensaje.
Muerte.
Una Conferencia sobre la Sombra.


John Keats.
A la Soledad.
Oda a la Melancolía.


John Stagg.
El Mensajero de la Muerte.


Jorge Luis Borges.
Los Espejos.


José Amador de los Ríos.
Gloria y Amor.


José de Espronceda.
A la Noche.
Canción de la Noche.


Juan Arolas.
A una Bella.
Himno a la Noche.
La Cita.


Katharine Tynan.
El Carruaje de la Muerte.
El Final del Día.
El Viento que sacude las espigas.
Todas las Almas.


Lady Mary Chudleigh.
A las Damas.


Latín.
Colección de poemas en latín.


Lord Alfred Tennyson.
Cuando la Luna cae sobre mi Lecho.
Despedida.
Lágrimas, Indolentes Lágrimas.
No vengas cuando esté Muerto.
Por la noche yacíamos sobre el césped.
Requiescat.
Todas las cosas Morirán.


Lord Byron.
Acuerdate de Mí.
El Primer Beso de Amor.
Oscuridad.
No Volveremos a Vagar...


Manuel Bretón de los Herreros.
A la Pereza.


Mary Elizabeth Coleridge.
El Otro Lado del Espejo.
Pena.
La Bruja.
La Muerte y la Dama.
La Mujer Blanca.
Nunca dijimos adiós.


Oscar Wilde.
Desesperación.
El Lamento de la Hija del Rey.
La Flor del Amor.
Mi Voz.
Requiescat.
Silentium Amoris.
Su Voz.


Ramón de Campoamor.
Amar y Querer.
Quién supiera escribir.


Richard Doddridge Blackmore.
Dominus Illuminatio Mea.


Robert Browning.
Encuentro Nocturno.
La Torre Oscura.


Robert Louis Stevenson.
Requiem.
Algún día nos amamos.


Rosalía de Castro.
Desolación.
Hojas Marchitas.
Los Tristes.
Un Recuerdo.


Rubén Darío.
La Copa de las Hadas.


Samuel Ferguson.
El Lamento de Deidre.


Théophile Gautier.
El Último Deseo.


Thomas Campbell.
Amor y Locura.


Thomas Carew.
La Mediocridad en el amor rechazado.
No Preguntes.
Una Dama cruel.


Thomas Hood.
El Puente de los Suspiros.


Thomas Lovell Beddoes.
Un Reloj dando la Medianoche.


Walter de La Mare.
El Fantasma.


William Blake.
El Hada.
El Jardín del Amor.
El Libro de Thel.
Hermosa Elenor.
Poema al Olvido.
Proverbios del infierno.


William Butler Yeats.
Cuando seas Vieja.
El Canto de Aengus, el Errante.
El Hombre que soñó con el País de las Hadas.
La Rosa sobre la Cruz del Tiempo.
Quién soñó que la Belleza pasa como un Sueño?
Sueños Rotos.


William Morris.
Amor completo.
Ecos de la Casa del Amor.
El Cuervo y la Hija del Rey.
La Melodía de las Siete Torres.
La Defensa de Ginebra.


William Shakespeare.
Sonetos de Amor I.
Sonetos de Amor II.


William Wordsworth.
Era un Fantasma del Gozo.
Erraba solitario como una Nube.